Relato: EL SACERDOTE ME BENDICE



Relato: EL SACERDOTE ME BENDICE

En aquellos tiempos yo no pensaba en los hombres como lo hago el d�a de hoy, mucho menos en el sexo hasta que llego el.

El era un hombre mayor joven, como de unos 34 a�os, tenia el cabello ondulado y un cuerpo bastante bien formado, era bastante educado y no pude evitar un estremecimiento la primera vez que lo vi.

Se llamaba Ricardo, aunque tenia que llamarlo: Padre, padre Ricardo, el era el nuevo cura de la parroquia.

No puedo negar que a partir de ese momento yo no pude evitar sentir ciertos pensamientos hacia el, acostumbrada a los curas viejos que hab�amos tenido, el era una tentaci�n terrible para muchas mujeres, y lo digo por que se desato una verdadera escandalera por que el padre era joven y guapo. Y la verdad dentro de esas mujeres estaba yo.

Cuando por primera vez cruzamos palabra fue en ocasi�n de la preparaci�n de los ni�os para la primera comuni�n,

-Hola, soy el padre Ricardo, como te llamas hija?- Al escuchar su voz calida y ronca, sent� una ligera sensaci�n en el estomago y no atinaba a contestar

- que te pasa hija por que no contestas, como te llamas?-

- Diana - dije por fin

Se me acerco y me toco del hombro, - en verdad, estas bien? - si � conteste.

Tuve miedo en ese momento de que el pudiera saber lo que estaba pensando, tenia miedo de que el pudiera percibir que me pon�a nerviosa, de que estaba sintiendo sensaciones nunca antes experimentadas, tuve miedo de que el se diera cuenta de que mi calor corporal hab�a aumentado debido a lo que ahora se era, mi excitaci�n.

Por primera vez en mi vida, aunque no lo sabia, sent�a lo que era la excitaci�n, esa sensaci�n de vaci� en el estomago, mi piel erizada, y sentir ese ligero estremecimiento en mi sexo, que empezaba a sentir h�medo. Nunca lo hab�a sentido ni siquiera cuando mi novio se atrev�a a besarme y a tocarme un poco el cuerpo.

-Estas bien?- escuche nuevamente

Si padre estoy bien, y el sonri� de una manera maliciosa, me hizo algunas preguntas acerca de los ni�os y de lo que les hab�a ense�ado, todo esto sin separar sus ojos de los m�os y sin perder esa sonrisa, de vez en vez notaba que miraba mis pechos que aunque no eran grandes si estaban bien formados.

-Ya puedes retirarte Diana, pero quiero verte hoy en la capilla, por favor ven hoy a las 08:30 de la noche.-

Pero padre �proteste- a esa hora ya no hay nadie y la iglesia esta cerrada,

-no te preocupes, yo te estar� esperando es muy importante-

Sal� de la iglesia, y me dirig� a mi casa, decid� no comentarle a nadie lo que el padre me hab�a pedido, y me dispuse a hacer mis tareas de la escuela y a terminar algunas cosas que ten�a pendientes.

No puedo negar que el estar cerca del padre era agradable as� que me la pase con mi enso�aci�n plat�nica el resto del d�a; al irse acercando la hora que deb�a de irme a la iglesia me di un ba�o, y escog� una ropa bonita que me hab�a regalado mi madre con ocasi�n de mi cumplea�os.

Decid� salir un poco mas temprano de la casa, por lo que llegue antes a la iglesia

Cuando llegue me di cuenta de que la puerta que daba a la sacrist�a y al cuarto del padre estaba abierta, por lo que entre muy despacio sin hacer ruido, al estar dentro de la sacrist�a escuche unos murmullos que no supe identificar en ese momento, parec�an unos quejidos ahogados.

Cuando llegue a la puerta de la oficina de la sacrist�a, esta estaba entreabierta y los quejidos se escuchaban m�s claros, en ese momento comprend� que eran gemidos y suspiros de una mujer. No pudiendo evitar la curiosidad aceche por la puerta entreabierta y lo que vi me dejo sorprendida.

El padre se encontraba sentado en su sill�n detr�s del escritorio, por sobre la orilla del mismo pude ver una cabellera negra, que acompasadamente sub�a y bajaba, una de las sillas que estaban al frente del escritorio tapaba la visibilidad por lo que no pod�a ver con claridad quien era la mujer que estaba ah�.

Me quede como hipnotizada viendo lo que pasaba ah�, el padre daba largos suspiros mientras acariciaba la cabeza que continuaba su labor r�tmicamente sin dejar de subir y bajar.

No pude evitar un suspiro debido a la aceleraci�n de mi respiraci�n y de mi excitaci�n por que a pesar de mi corta edad, sab�a lo que estaba pasando ah�, en ese momento el padre abri� los ojos que hab�a mantenido cerrados y volteo hacia la puerta entreabierta, instintivamente me corr� hacia un lado en un intento de que el no me viera.

Espere los segundos mas largos de mi vida mientras sent�a un calor correr por mi cuerpo hasta llegar a mi vientre, en eso escuche el ruido del sill�n al levantarse el padre, continu� a la espera sin poder moverme del lugar donde me encontraba parada, al no escuchar nada, sin pensar volv� a ver por el espacio que hab�a en la puerta, y lo que vi me dejo perpleja.

El padre se encontraba de pie y arrodillada frente a el estaba una chica con los pechos desnudos y los ojos cerrados mientras pasaba la lengua por el miembro largo y gordo del padre, nunca hab�a visto una escena como esa, su pene estaba completamente lleno de saliva, se pod�a ver que brillaba, la chica lo recorr�a con su lengua de arriba abajo deteni�ndose en la cabeza que a mi parecer vibraba, despu�s de darle largas leng�eteadas ella lo engullo completamente hasta topar con el pubis del padre, ella se quedo con toda esa carne dentro de su boca por unos segundos y pude notar como le brotaba una lagrima por el esfuerzo, el miembro era realmente grande

Se lo fue sacando de la boca, poco a poco y parec�a interminable, cuando por fin salio la cabeza pude o�r la inhalaci�n que dio para recuperar el aire que ya le faltaba.

Yo me encontraba perturbada, tenia una sensaci�n en los pezones indescriptible, sent�a que me hormigueaban, y los sent�a calientes, en el estomago una sensaci�n de vaci�, y en mi sexo una clara humedad que iba bajando por mis muslos, el calor que sent�a era incre�ble.

La chica continuo chupando la cabeza del miembro del sacerdote, lo hacia solamente con los labios sin met�rsela completamente, con su mano derecha le acariciaba los huevos con mucha suavidad y cari�o, mientras la izquierda estaba perdida en su entrepierna, era una escena impactante.

El padre se limitaba a abrir la boca y balbucear algunas cosas que no lograba entender.

Baje la mirada para seguir observando a la muchacha y la vi nuevamente con la boca llena de la carne del padre Ricardo, bombeando suave pero firmemente el tronco, el padre segu�a balbuceando cosas que no entend�a y la muchacha gimiendo pues el padre la jalaba ya bastante fuerte del cabello.

Ella segu�a con el sube y baja de su mano y de su cabeza sobre la verga del cura, de pronto el padre la tomo fuertemente de la nuca y arqueo el cuerpo hacia delante como queriendo met�rsela mas y solt� un grito.

La chica fue dejando salir lentamente la verga del padre y vi el liquido blanco de su semen brotar por la comisura de sus labios, acerco su lengua a la reata y comenz� a lamerla hasta dejarla completamente limpia.

El padre suspiro y la tomo de los brazos y la ayudo a levantarse. Ella sonri� y le dio un beso en la boca.

Yo estaba como en un sue�o, como en otro mundo, sent�a una punzada en el vientre que yo atribu� a mis nervios, y una sensaci�n como si me orinara.

Espere un poco m�s.

Y lo escuche decirle � hija- de lo que acaba de suceder ni una palabra a nadie por favor, recuerda que fuiste bendecida al hacerme feliz y que esto es una labor para mujeres especiales como tu. Ella sonri� de una manera ir�nica y provocativa; entonces la reconoc�, era una de las monjas que se encargaban de la atenci�n de los enfermos.

Ella se subi� la camisa que usaban por abajo del habito, el cual descubr� tirado a un lado del escritorio cuando lo recogi� para pon�rselo.

Sin decir nada m�s se dirigi� a la puerta.

Al ver que venia hacia mi, me corr� hacia un lado, para que no me viera junto a la puerta y fing� llegar en ese momento.

Nos encontramos de frente en la puerta al momento que yo hacia como si tocara la puerta, y me miro de una manera ir�nica, yo percib� un aroma raro que ella desped�a, me sonri� y dijo.

Padre le buscan- es la ni�a del catecismo.

El padre volteo y dijo � si ya se, dile que pase - y sonri� de la misma manera que lo hab�a hecho por la ma�ana.

Bend�gale � padre- como me ha bendecido a mi en hacerle feliz. Y salio sonriendo.

Al escucharla y recordar lo que hab�a visto con el padre no pude evitar un ligero sobresalto, y a la vez un deseo de llevarlo a cabo..

Tengo que reconocer que mi excitaci�n era grande, en verdad deseaba que el sacerdote que en ese momento para mi era un hombre mas, me hiciera lo que el quisiera.



Pasa � hija � pasa

Como estas?

Bien gracias, conteste con voz temblorosa

Que bueno, pasa, pasa, no te quedes ah� parada.

El volteo hacia el escritorio y se�alo una de las silla, si�ntate- me dijo �

Yo la obedec� como una aut�mata, no sabia como reaccionar, el parec�a que no se hab�a dado cuenta de lo que yo hab�a presenciado, actuaba de la manera mas natural del mundo.

Mientras yo no sab�a que hacer, ni que decir.

El calor que sent�a en el cuerpo, el temblor de mis piernas, mi boca reseca, lo que mas nerviosa me dejaba era la humedad que sent�a en mi sexo, una humedad que en mi febril mente comenzaba a tener aroma.

As� era, yo sent�a que estaba despidiendo un olor, el olor de hembra en celo.

Ya sentada el se acerco a mi, y me coloco la mano en el hombro y d�ndome un ligero apret�n me dijo:

Diana, no tienes nada que decirme o preguntarme?
Acerca de que? � le conteste-

Pues acerca de lo que viste o cre�ste ver �dijo en forma muy segura.-

Yo voltee a verlo y me lo encontr� sonriendo de una manera dulce y extra�a.

En ese momento no se que me pas�, todas las cosas que me hab�an inculcado quedaron enterradas por las im�genes que llegaban a mi mente de la monja arrodillada frente al padre con su carne enterrada en la garganta y le dije:

No padre no tengo nada que decirle acerca de lo vi, entiendo que usted es hombre y ella mujer, como yo, e hice �nfasis en la palabra para no dejar lugar a dudas.

El continuaba con su mano sobre mi hombro, y comenz� a acariciarme del hombro hasta mi nuca con movimientos tiernos sin perder nunca su sonrisa dulce.

En verdad ya eres una mujer? �pregunto-

H�gamelo saber padre � conteste- completamente fuera de mi

El ya acariciaba y tallaba mi espalda por sobre mi ropa y yo sent�a el olor que desped�a mi sexo, no se si era mi imaginaci�n pero el aroma cada vez era mas fuerte.

Sin dejar de acariciarme la espalda me indico con su mano que me pusiera de pie, lo que hice sin ofrecer ninguna resistencia, ya estando de pie me hizo inclinarme sobre el escritorio hasta quedar casi sobre el sosteniendo mi rostro en mi manos con los codos sobre el escritorio.

Mientras su mano izquierda se paseaba libremente sobre mi espalda, yo sent� la derecha recorrer mi pierna, sent� como la tela de la falda se iba subiendo poco a poco, hasta sentir su mano en mi muslo, yo sent�a un ahogo que me hacia suspirar ruidosamente, cuando sent� que acariciaba mis nalgas.

El se sent� en la silla que yo hab�a ocupado momentos antes, y como quien devela algo preciado, as� fue levantando mi falda, por sobre la tela de la panteleta sent� su mano que iba acariciando y apretando lascivamente mis nalgas y poniendo su cara en ellas.

Un hipo de sobresalto me sacudi� cuando el meti� los dedos en la parte superior de mi calzoncito, y lo comenz� a bajar a mientras me iba besando las nalguitas conforme las iba dejando al descubierto.

Cuando por fin tuve las pantaletitas hasta las rodillas, el padre me tomo de la parte baja de las nalgas y me las abri� jal�ndolas hacia arriba, mi aroma me llegaba como una oleada de calor al rostro, y por supuesto a el, por que lo escuche hacer una inhalaci�n casi pegado a mi sexo semiabierto.

Nunca podr� describir lo que sent� en el momento que sent� la lengua del padre sobre mi rajita, la primera leng�eteada hacia arriba incrust�ndose ligeramente en mi interior, para seguir hacia arriba hasta llegar a mi ano.

Me estrujaba las nalgas mientras me lam�a y me succionaba la vagina y el culo.

Las sensaciones que yo estaba experimentando est�n fuera de cualquier descripci�n, no puedo detallar si era la sensaci�n de ahogo mientras gem�a sintiendo la lengua del cura en mi sexo o la sensaci�n parecida a querer orinar, yo sent�a las dos pero no se cual de las dos era mas fuerte.

Lo que si se es que fueron mis propios gritos los que me regresaron a la realidad al darme cuenta que estaba teniendo un gran orgasmo, y que mi jugos est�n llenando la boca del padre por que el no la hab�a despegado de mi sexo.

No pudiendo soportar y sin que mis brazos me pudieran soportar mas me desplome sobre el escritorio.

El padre despego su boca de mi, y lo sent� ponerse de pie y dar la vuelta al escritorio hasta quedar frente a mi, que continuaba con la cara en el escritorio con los ojos cerrados aun sintiendo mi sexo palpitar, paso su mano por mi cabeza y me tomo de la nuca, abr� los ojos y vi frente a mi la enorme verga que hab�a visto en la boca de la monja, al verla de cerca pude darme cuenta de lo grande que era en verdad, la cabeza roja y brillosa por la baba con que estaba cubierta, las venas palpitantes que lo cubr�an lo hac�an ver gigantesco.

Sin decir ni una palabra mire al padre a los ojos y me limite a abrir la boca lo mas grande que pude, el se acerco un poco mas y me fue metiendo la verga poco a poco, sin dejar de mirarlo a los ojos fui sintiendo como me la llenaba de carne hasta sentirla en la garganta, el sentir la cabeza de su pene en la garganta me causo una sensaci�n de ahogo, pero no como cuando me mamaba, si no de ahogo en verdad, aquel trozo de carne era demasiado grande.

Saca un poco la lengua �me dijo-

Yo con el camote aun trabado en la boca saque la lengua lo que pude, y sent� como el empezaba a moverse, sac�ndomela un poco para volver a empuj�rmela nuevamente hasta garganta.

As� lo goce por algunos segundos hasta que el me la saco completamente de la boca.

No quiero venirme as�, ya tendremos tiempo para que me la sigas mamando �me dijo sonriendo -

El giro alrededor del escritorio hasta colocarse nuevamente detr�s de mi, yo aproveche para ponerme un poco mas c�moda de c�mo hab�a quedado despu�s de mi venida, logre ponerme nuevamente sobre mis codos, descansando el peso de mi cuerpo sobre el escritorio; sent� las manos del padre sobre mis caderas al ir recorri�ndolas antes de meter el dedo por la rajita de mis nalgas, y constatar que me encontraba todav�a mojada, meti� su pie entre mis piernas y me hizo separarlas.

Diana, en verdad quieres saber si eres una mujer como la hermana Camila?

Si padre, quiero saber �le conteste-

Me tomo de las caderas y sent� su verga en la entrada de mi vagina, suavemente el comenz� a penetrar mi cuevita virgen, yo no sent�a ning�n dolor y lo atribu� al hecho de que me encontraba sumamente excitada, el saber que estaba perdiendo mi virginidad con el cura de mi parroquia me hacia sentir infinitamente pecadora y�caliente.

Pero aunque estaba muy caliente el dolor se hizo presente en el momento en el que el intento atravesarme con la cabeza de su verga, no pude evitar un grito de dolor y por la posici�n en que me encontraba era muy dif�cil que yo siquiera intentara escapar al invasor que me estaba sometiendo, el al darse cuenta de que me estaba lastimando detuvo el embate de su miembro en contra de mi virginal sexo.

Hija, te duele mucho? pregunto con un tono burl�n-

Con sollozos ahogados le conteste � si padre- me duele mucho, es que la tiene muy grande.

El se separo de mi y yo voltee para ver que escup�a en su mano y con su saliva lubricar un poco mas mi vaginita; acerco su miembro nuevamente a mi sexo, dici�ndome que yo fuera la me hiciera para atr�s para yo controlar la penetraci�n, lo obedec� sumisa, y empujando hacia atr�s hice contacto con su miembro que sent� como se iba abriendo camino en mi huequito, al llegar al mismo punto volv� a sentir las punzadas de dolor y me detuve un segundo que basto para que yo decidiera lo que tenia que hacer.

Sin contemplaciones me avente hacia atr�s consiguiendo ensartarme completamente en la verga del padre, a la vez que soltaba un grito de dolor, el padre me tomo con mas fuerza de las caderas y comenz� lentamente a bombearme con un ritmo exacto.

Sent� con la primera bombeada como me sacaba y met�a la verga y como yo iba dejando mi virginidad en cada estocada que el padre me daba, ya que para ese momento haciendo caso omiso a mis sollozos el padre me prodigaba una buena cogida a mi corta vida de catorce a�os.

La forma en que estaba siendo pose�da no encajaba en las formas en las que yo hab�a pensado que seria, pero no me arrepent�a, al contrario estaba encantada de que estuviera siendo as�, en la oficina del padre, empinada sobre su escritorio con la cara sobre los papeles de la iglesia, y con el padre detr�s llev�ndose mi pureza alrededor de su verga,

El padre sigui� bombeando dentro de mi con ese pist�n de carne que ya no me hacia da�o sino por el contrario me estaba dando un inmenso placer, casi pod�a sentir como cada una de las venas que hab�a visto rozaba el interior de mi sexo, lo sent�a caliente, enorme.

Yo comenc� a percibir una sensaci�n diferente a la que sent� cuando el me chupaba, era algo que nac�a desde dentro de mi, era mi orgasmo, lo identifique ya casi lo tenia encima, las contracciones involuntarias de mi sexo, los chorros de jugo vaginal que me sal�an y los gritos y gemidos que emit�a.

Di el ultimo grito, mientras el padre segu�a bombeando, el estaba tardando en venirse, ahora entiendo que fue por que el se hab�a venido antes en la boca de la hermana Camila,

Al sentirme desmadejada por el orgasmo, el padre me tomo de los hombros y me levanto y continuo someti�ndome con mas fuerza hasta que no pudo mas y me saco la verga de un jal�n, de pronto sent� algo caliente entre mis nalgas y lo escuche dar unos rugidos mientras yo segu�a sintiendo que eso caliente se comenzaba a chorrear por mis nalgas hasta llegar mi ano, entonces comprend� que era el semen del padre que hab�a preferido venirse fuera de mi.

El se dejo caer sobre la silla aun resoplando por su venida, yo como pude, vencida por el cansancio y por el ligero dolor que sent�a, me fui incorporando de encima del escritorio, y haci�ndome un lado ya que el padre se encontraba aun sentado en la silla.

Cuando tuve espacio me incline para subirme mis pantaletas, y mire al padre y vi su verga ya desmadejada aun con un tama�o impresionante, que pens� que como hab�a podido met�rmela toda.

Al subirme la panteleta, me toque instintivamente la vagina que todav�a sent�a caliente por la fricci�n a la que hab�a sido sometida, la sent� h�meda aun, al m�rame la mano, note un poco de sangre, y volv� a mirar al padre que ya se estaba levantado de la silla, con su verga colgando como badajo de campana.

Mientras se sub�a el pantal�n y se bajaba la sotana, yo me estaba acercando a la puerta, y escuche que me dec�a, -ni una palabra nadie hija, por favor-

No se preocupe padre, se que he sido bendecida por usted al hacerlo feliz �respond� mientras me retiraba caminando con un poco de dificultad-

Camine el tramo que me separaba de la puerta de la sacrist�a, con escozor en la entrepierna y sinti�ndome mareada por el ultimo orgasmo, mientras aun no daba cr�dito a lo que hab�a sucedi�, y de c�mo hab�a sido capaz de hacerlo, sin embargo me sent�a plena, feliz.

En la salida de la iglesia mire a la hermana Camila que sonre�a burlona desde el jard�n, al tiempo que me dec�a:

hasta luego Diana, espero hayas disfrutado tu bendici�n y vuelvas pronto.

Y sonriendo le dije, mientras recordaba lo que hab�a disfrutado,

Nos vemos ma�ana hermana
continuara...
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Relato: EL SACERDOTE ME BENDICE
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