Relato: Ay... Padrino!...



Relato: Ay... Padrino!...


�Ay padrino...!




Pongamos de entrada las cosas en claro, tal vez a mi padrino
nunca se le hubiera ocurrido una cosa as�, pero al origen fue su culpa. Yo ten�a
14 a�os y viv�a en un pueblo de Buenos Aires con mis padres. Un d�a mi padrino
tuvo que venir por cuesti�n de tramites y como es natural se qued� a dormir en
casa. Seg�n la costumbre, para que yo misma eligiera un regalo, fuimos al d�a
siguiente a una galer�a comercial que se venia de inaugurar. Mientras sub�amos
por la escalera mec�nica �l pos� su manos en mis cintura y m�s tarde cuando
regres�bamos en el �mnibus lleno de gente, nos apret�bamos unos contra los
otros. Mi padrino estaba detr�s m�o y sent� sobre mi cola como su sexo se iba
estirando lentamente. Al principio me incomod� pero era una sensaci�n tan
agradable que yo misma termin� por apoyarme con m�s fuerza contra su cuerpo.


Tal vez eso para cualquier mujer no hubiera sido nada, pero
para m� que ya ten�a el cerebro f�rtil de ideas er�ticas esas dos cosas
alimentaban mi fantas�a y mis deseos. Desde entonces, cada vez que pensaba en
eso, me excitaba enormemente hasta terminar masturb�ndome en mi cuarto o en el
ba�o para calmar la calentura de mi cuerpo. Con los a�os mi pobre padrino se
volvi� una obsesi�n y m�s de una vez, luego cuando adolescente, yo hacia el amor
con mi novio imagin�ndome que estaba haci�ndolo con mi padrino para poder lograr
orgasmos m�s el�ctricos.



A los 18 a�os termin� el secundario con excelente notas y me
hab�a ganado unas buenas vacaciones a donde yo eligiera. Pero justo en esa �poca
mis padres ven�an de abrir otro comercio y no pod�an acompa�arme, tampoco les
atra�a dejarme ir sola a Brasil donde hubiera querido hacerlo; entonces llegamos
a un acuerdo de principio, ese verano yo ir�a a un lugar que ellos me indicaran
y en el momento que ellos dos se liberaran un poco me llevar�an a Brasil.



Mis padres hicieron una lista de lugares a donde pod�a pasar
mis vacaciones, la mayor�a eran familiares donde estar�a acompa�ada. Y de pronto
dije "Visitar a mi padrino en C�rdoba" a pesar que no estaba en la lista. Eso
los sorprendi� y no porque mi padrino viviera solo en el medio del campo sino
porque �l tenia fama de ser un solitario, hosco y poco sociable, a pesar que
conmigo siempre hab�a sido atento y cari�oso.



Mi padrino me esper� en la estaci�n de �mnibus y en su
camioneta fuimos hasta su casa en el medio de las sierras cordobesas. Mi padrino
no era joven ni Apolo, era un hombre de 50 a�os, medio petiso y gordito pero
tenia un carisma enorme, su sonrisa y sus ojos atra�an como si fueran imanes y
su voz sonaba c�lida y calma cuando hablaba. Yo iba a quedarme todo el mes de
enero en su campo, despu�s ten�a que retornar a Buenos Aires y prepararme para
la universidad.



La primera semana pas� normalmente. El dej� desplazarme a mi
antojo por el campo, tomar sol y ba�arme en el r�o que serpenteaba sus tierras.
Por las tardes nos sent�bamos a tomar mates y habl�bamos de todo y de nada, �l
me iba haciendo descubrir su amistad con mis padres que venia de la escuela
secundaria. Me gustaba escuchar su voz c�lida y sin prejuicios que me
introduc�an en un universo m�gico. Contrario a mis padres, con mi padrino pod�a
hablar de todo hasta de mis abates amorosos. Entonces, sin darme cuenta de
ellos, yo comenc� a esperar las ca�das del d�a para sentarnos a tomar mates y
fue en una de esas tardes que le confes� las sensaciones que �l me hab�a
producido sexualmente en mi pubertad. El respondi� con una carcajada porque
nunca hab�a pensado en eso. Sin embargo, su mirada cambi� desde all�, pienso que
me descubri� como mujer y empec� a sentir que me observaba discretamente las
piernas puesto que yo andaba todo el tiempo en short y con una simple remera sin
corpi�o que marcaban bien mis pechos, otras veces contemplaba mi cuerpo cuando
tomaba sol cerca de la casa.



Una madrugada me despert� muy excitada, hab�a so�ado con �l.
Hab�a so�ado que me pose�a salvajemente en pleno campo, que me ataba las manos y
los pies y me penetraba sin miramiento ni consideraci�n por todas mis cavidades
intimas. Ofrecer en mi sue�o el gozo a mi padrino, seg�n sus propios deseos, fue
tremendamente excitante, de un intenso placer que me hab�a hecho transpirar
toda. Entonces me masturb� con fuerza el cl�toris hasta que qued� rojo de tanto
frotarlo, y mi ano me ard�a por la vela que me hab�a introducido
desesperadamente imaginando que era su falo. Cuando me levant� mi padrino estaba
en la cocina preparando el desayuno y trataba de ocultar una erecci�n; tal vez
me hab�a visto o escuchado cuando yo me masturbaba, pero no dijo nada, se sent�
detr�s de la mesa y hablamos de cosas sin importancias.



Esa noche le coment� que me hab�a ara�ado todo el cuerpo
mientras recog�a frutas sobre los arboles y �l me respondi� que deber�a ponerme
una pomada para que no se infestaran las heridas. "�No puedo es en la espalda!"
me sali� de adentro. Entonces me propuso pasarme una crema antis�ptica, y nos
fuimos a su habitaci�n donde �l ten�a un pote con crema. Mientras camin�bamos
hacia su cuarto empec� a experimentar una sensaci�n extra�a en mi cuerpo y
r�pidamente me record� de mis sue�os y la excitaci�n subi� por mi piel como si
fuera un escalofr�o que me estaba dando.



El me hizo sentar en un peque�o banco y mientras buscaba la
crema me pidi� de levantar mi remera, pero me la saqu� directamente y qued� con
mis tetas al aire. Con mis 18 a�os tengo un cuerpo com�n, una cola redondilla y
parada, y mis senos son peque�os, pero firmes, que sol�an perderse en las manos
de mi novio cuando los acariciaba. Nunca fui lo que se podr�a decir una "bomba",
m�s bien parec�a una ratita de biblioteca con mis ojos maliciosos detr�s de mis
lentes. Mi padrino observ� mis senos, los vio un instante como memoriz�ndolos y,
sin decir nada, se puso a estirar la crema por mi espalda. El contacto de sus
manos sobre mi piel me produjo un choque de gozo, fue como una descarga
el�ctrica y tembl� de forma convulsiva que tuve que hacer un esfuerzo para no
dejar escapar un orgasmo intempestivo porque ya estaba totalmente excitada.



Parado, detr�s m�o, �l fue masajeando lentamente mi espalda
y, poco a poco, sus manos fueron subiendo hasta los hombros para continuar
descendiendo hacia adelante en busca de mis senos. Era un sensaci�n agradable
que se revolv�a entre mis piernas y cuando cerr� sus manos sobre mis pechos,
apoyando su cuerpo en mi espalda, disfrut� del momento e instintivamente me puse
de pie, fue all� que sent� sobre mi cola su miembro en plena erecci�n. Entonces
cerr� los ojos porque el placer me cacheteaba todo el cuerpo con secos
chasquidos que llegaban hasta mis entra�as; y llev� mi mano entre las piernas
para acariciarme sobre el short delicadamente. Estaba por gritar que en ese
momento yo era una mujer en celos, desesperada por sentir adentro m�o el sexo de
mi padrino; sin embargo no tuve que decir nada, mi cuerpo hablaba por si mismo y
�l parec�a comprender bien ese lenguaje, porque me tom� de las manos y me hizo
acostar sobre su cama boca abajo y luego puso crema en mis piernas y empez� a
diluirla desde las pantorrillas hacia arriba.



Boca abajo y con la cara apoyada sobre la cama fui sintiendo
sus manos sobre mis muslos, por instantes me acariciaban y por instantes se
cerraban como tenazas muy cerca de mis nalgas lo que me produc�a una sensaci�n
de sumisi�n que aumentaba mis deseos, y cuando �l fue a quitarme el short, yo
levant� un poco mi cola para facilitarle el trabajo. Qued� totalmente desnuda en
esa posici�n sintiendo los masajes que repercut�an en el fondo de mi vientre,
con la mano izquierda pellizcaba mi espalda mientras su mano derecha se
desplazaba en idas y venidas por mis piernas y mis nalgas hasta sentir su mano
sobre mi vagina. El remontaba su mano desde abajo hacia arriba pero sin entrar
en mi vulva y cuando sus dedos llegaban hasta mi ano, �l dibujaba los contornos,
repitiendo el mismo movimiento varias veces.



�Que sensaci�n fuerte se estaba produciendo en mi cuerpo!...
Ya no era una simple excitaci�n ni las ganas de ser penetrada lo que me estaban
produciendo sus manos, era una especie de mezcla extra�a que me invad�an
enteramente desde la cabeza a los pies, desde el cerebro al coraz�n que parec�a
reventar por sus latidos, desde la epidermis de mi piel al fondo de mis tripas.
Era la impotencia de se pose�da, una especie de excitaci�n, frustraci�n y deseos
locos que aumentaban la eternidad del tiempo porque el tiempo parec�a haberse
detenido. Cuando �l sinti� que yo estaba por llegar a mi orgasmo se detuvo y me
pidi� que me pusiera en cuatro patas.


El se desvisti� sin subirse a la cama y apoyo su sexo entre
la l�nea de mi cola, esa era mi debilidad. Entonces, no pudiendo aguantar m�s,
le grit�: "�M�temela por favor!...". Pero �l no lo hizo, se retir� un paso atr�s
y apoyando su mano sobre mi cola, sus dedos penetraron lentamente en mi vagina
mientras el pulgar hacia el mismo camino, pero abri�ndose paso a trav�s de mi
ano. Entonces ya no pude contenerme y mi cuerpo se sacudi� en una serie de
espasmos mientras un orgasmo reventaba con fuerza tanto en mi cerebro como en mi
vientre. Yo sent�a mi vagina toda mojada por el flujo que emanaba como
salivazos, hasta sent�a la sensaci�n que mi ano se hab�a lubricado en espera de
una penetraci�n profunda.



Sin embargo me hizo sentar de nuevo. El estaba parado en el
piso y apoy� una pierna sobre la cama a mi costado dejando su pene erguido a
escasos cent�metros de mi cara. �Ten�a un sexo enorme! Su miembro era viol�ceo y
largo con venas rosadas que recorr�an a lo largo, y su glande parec�a una flor
abierta. Era un sexo grueso que estaba frente m�o como nunca lo hubiera
imaginado en �l; entonces abr� la boca y lo engull� alocadamente. Yo mamaba como
despose�da, mis labios hac�an presi�n y con la lengua le cacheteaba su glande.
El me sosten�a la cabeza con una mano para que su miembro entrara hasta el fondo
de mi garganta, y con la otra mano iba apretando mis senos, uno al otro,
sintiendo su contextura, su firmeza y sus tama�os. Por momentos yo hac�a arcadas
porque me costaba respirar con todo ese pedazo de carne que pegaba en el fondo
de mi garganta. Pero era tan delicioso sentir ese gusto de sexo en mi boca que
me hubiera quedado toda la noche chup�ndole.



Luego me volvi� a poner en cuatro patas y con su verga
comenz� a jugar en la puerta de mi vulva, acariciaba mis labios, frot�ndola
contra mi cl�toris. Yo sent�a punzadas de deleites hasta en mi pecho, sobre mis
pezones que parec�an reventar de deseos incontrolados y abr� m�s las piernas
sedienta de posesi�n y sin ninguna verg�enza por liberar mis ganas de ser
penetrada, fue hasta que sent� su glande detenerse justo en la puerta de mi
vagina. Luego comenz� a penetrarme poco a poco. Su sexo era como una v�bora que
buscaba dubitativamente un abrigo lenitivo dentro de mi caverna. Yo tenia la
concha toda mojada y bien dilatada que presentaba resistencia a esa enorme
verga, pero �l la iba venciendo con peque�os bombeos, con una presi�n siempre
hacia el fondo que destrozaba mi vagina produci�ndome dolor, ese dolor que
simult�neamente se transformaba en placer; ese dolor que estimulaba mi
sensaciones m�s primitivas.


Mi padrino me acu�aba a fuego con su enorme miembro y yo me
entregaba totalmente desbordada de lujuria y gozo porque sent�a bien adentro de
mi vientre ese falo ardiente y delicioso que me iba comiendo cent�metro a
cent�metro y que me lastimaba toda. De pronto se puso a bombear, primero
lentamente y luego con mas ritmo. El me copulaba como los perros y me taladraba
dando golpes secos que repercut�an en mi estomago. Yo estaba empalada con su
carne y pod�a sentir como me encajaba sus test�culos junto a los labios de mi
vagina, como queri�ndolos hacer entrar tambi�n al interior de mi concha. No
tardaron muchos minutos hasta que de pronto sent� un cosquilleo en el cuerpo y
las paredes de mi vulva se cerraron alrededor de su sexo con fuerza para
reventar con un grito de triunfo en otro orgasmo. El tambi�n eyacul�, pero no lo
hizo con mucha cantidad de semen; sin embargo fue un l�quido caliente que sent�
desparramarse en el interior de mi vientre.



Su pene estaba todav�a adentro m�o cuando sent� que se
contra�a sobre si mismo queriendo escaparse sin que mi padrino se moviera. Y
cuando separ� su cuerpo del m�o su sexo parec�a otro, era medianamente chico,
oscuro y arrugado como el cogote de una tortuga, se hab�a retra�do pleg�ndose en
pocos cent�metros; pero yo lo ve�a como un pene tierno y cari�oso. Entonces lo
volv� a meter en mi boca para limpiarle con mi lengua los restos de esperma, de
flujo y de sangre que hab�an quedado adheridos alrededor de su glande hasta que
separ� mi cabeza de su verga y me miro fijo. Yo le sonre� complacida, satisfecha
y agradecida; entonces �l dijo "�Estamos locos!..." y sin darse cuenta que
estabamos en su propio cuarto sali� perdido para irse a dormir a otro lado. Yo
me tent� de la risa y me introduje adentro de su cama para dormir tranquila
hasta el d�a siguiente, con la seguridad que esta vez me llevar�a el desayuno a
la cama.



Any ( POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO )




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